miércoles, 7 de noviembre de 2012

Mitos infantiles



Yo – muy ignorante – no sabía que los baobabs eran árboles de verdad, que existían. No sé bien que creía, si eran míticos, si estaban extintos, ni sé en que parte del cerebro tenía esa información ni cuán distorsionada estaba la misma; sinceramente nunca pensé nada hasta que me llevé la sorpresa hace poco. Mi hermano se ha encargado de darme unos champús muy especiales y yo feliz me los echo, y como soy de los que acostumbran leer los ingredientes de las cosas mientras comen, de las cremas mientras se las echan y del champú mientras se bañan, casi no lo puedo creer cuando leí en mi último frasco: BAOBAB EXTRACT en la lista de los componentes. ¿Queeeé? ¿Los baobabs no existían sólo en El Principito?  Pués para los ignorantes como yo, aquí van estas palabras de aliento: resulta que son árboles que crecen en África, hay 8 especies distintas, son gigantes, hermosos y casi sagrados.

Historias de mitos infantiles tengo muchas y muy buenas, como la de mi compañera del colegio que creía que el chavo del 8 bajaba por el barril  a una casa con papás, comida, cama, juguetes, etc. mejor dicho, el barril era la puerta de entrada a un paraíso; o la otra compañera (y éstas eran chicas inteligentes, créanme)  que creía que el ratón Pérez era en su casa porque ese era su apellido, pero que en las demás casas era el ratón Pareja, Botero, Mejía, etc. O como el de mi hermanito menor que cuando tenia 3 años dijo un día que mi otro hermanito (2 años mayor que él) ya era grande porque ya había aprendido a roncar…

Yo sé que ya no estoy chiquita como para calificar en ¨mitos infantiles¨, pero como relaciono los baobabs con la lectura del Principito, me acomodo ahí bajo esa categoría, me río de mi  misma y se los comparto aquí.